martes, 5 de agosto de 2014

La sobreprotección a los hijos, parece algo innato y necesario en algunos casos.

     Qué difícil se hace tomar una decisión tan simple como el lugar a visitar, mientras existe algo tan necesario e importante para lo que únicamente, puedes esperar. Se hace incluso difícil poder pensar en vacaciones, cuando la mente está exclusivamente pendiente de quien nos espera en la distancia...sin nada más que hacer que dejar pasar el tiempo. Simplemente, podemos meditar y pensar en los pasos a seguir (si finalmente nos permiten ser sus papás) para comenzar cuanto antes a enmendar cualquier carencia o necesidad que tenga; pero eso si, tratando de averiguarlas incluso antes de verlas aparecer. Muchas veces he oído que los padres adoptantes son (somos, porque también lo hacemos antes incluso de tener a los pequeños en casa) sobreprotectores con sus hijos: pero no es extraño que así sea, porque al deseo de ser padres, se une el conocimiento que se adquiere durante el proceso, así como la clara intención de no verlos expuestos a cualquier otro problema derivado de su condición de adoptados... Nos vemos necesitados de ser su apoyo fundamental para afrontar junto a ellos cualquier situación adversa y hacerles sentir acompañados en todo momento: parece evidente que uno de los objetivos es, conseguir su seguridad y que comprendan que nunca los dejaremos solos...
     Mientras llega el día de poderlos cuidar, tratamos de hacerlos llegar nuestro cariño en forma de deseos...eso si, en la terrible distancia que a pesar de todo, no los impide ser el centro de nuestro particular y maravilloso universo de sueños.

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