jueves, 17 de diciembre de 2015

Una jornada en familia, bajo el Espíritu de la Navidad.

     El de anteayer, era en principio un martes más...pero muy cercano a las fiestas de Navidad y con jornada de descanso en el trabajo. Por tanto, creímos recomendable y muy beneficioso, pasar el día en familia, respirando el ambiente navideño de Madrid. Para ello, dimos "fiesta" a Lera; ya que no se trataba de privarla de un día enseñanza fundamental, sino de ofrecerla algo de lo que a buen seguro aún necesita más...
     Sin duda, era una experiencia nueva para nuestra hija, pero también se trataba de un momento muy anhelado por nosotros: y comprobando el resultado, fue realmente un acierto. El simple hecho de encontrar un momento de disfrutar juntos el ambiente, era ya motivo de ilusión: subir al coche y hacerla sentir que era un día muy especial, ya le permitía expresar emoción...pero fue paulatinamente en aumento. Nos dirigimos al centro de la ciudad, donde siempre nos surge el gusanillo en el estómago al recordar las visitas a las ecais cercanas y sus posteriores paradas en los alrededores, donde comentábamos nuestras impresiones; en aquellos inicios del proceso de adopción. Era una sensación agradable sentir el barullo a nuestro alrededor, pudiéndolo compartir con Lera...y esperábamos el momento de observarla visitando los enclaves ya típicos de las Navidades madrileñas. Comenzamos por un paseo por Gran Vía, observando mercadillos y escaparates; donde ya se apreciaba el tumulto a pesar de ser un día normal. La primera parada era el ya tan conocido espectáculo de Cortylandia; que a pesar de su atractivo comercial, es ya un punto de encuentro y disfrute durante estas fechas. Al ser de día, había menos gente, pero un ambiente animado...aunque para nosotros y para Lera, era algo más; indescriptible por las emociones que suscitaba, pero con un sentimiento que permitía exteriorizar alegría, recordando las etapas ya atravesadas y los sueños que albergaban las anteriores visitas a esta plaza y los alrededores... Por descontado, viendo el éxito de la primera sesión, volvimos a la que comenzaba en el atardecer (ya de noche en Madrid); ya que se apreciaba aún más ese espíritu familiar de la Navidad: y ahí, rodeados de tantísima gente, y tras observarlo desde la cercanía de aquel escaparate de un lugar tan típico también como es el de la clásica y famosa tienda de disfraces, donde tantos deseos e incertidumbre deambulaban; reconozco que se empañaban los ojos... Por un lado, por estar allí, junto a Paula y Lera, con un profundo sentimiento de ver hecho realidad un hermoso proyecto de familia: pero a su vez, me emocionaba porque en un momento así, recordaba a muchas otras personas cercanas (compañeros en el proceso de adopción; unos con sus hijos ya en casa y otros, a los cuales esperamos poder observar muy pronto, disfrutando estos momentos que afortunadamente podemos vivir nosotros ahora)...y ante todo, me venían a la cabeza todos aquellos pequeños que fuimos conociendo en diversos lugares: pensaba cómo estarían y si podrían algún día sentir esto mismo y poder vivir en familia una Navidad rodeada de alegría e ilusión. Me gustaría que ninguno de ellos perdiera nunca la Esperanza, pero la duda de si así será, me recorría el pensamiento, al tiempo que observaba la emoción en los ojos y actos de Lera. Creo que a todos quienes hemos vivido un proceso de adopción, nos quedan marcados para siempre los rostros, lugares y circunstancias que lo rodearon...y nos permite tener siempre un momento de recuerdo para ellos, en los momentos más prósperos: el propio instinto y más si cabe en momentos así, nos hace pensar en qué Necesidad hay de que existan pequeños sin poder disfrutar de su familia. Por qué no se le da la importancia que tiene cuando luego el interés se centra en temas y aspectos tan banales y vacíos? Bueno, es un tema complicado que siempre nos lleva a la frustración...pero que es realmente injusto que pueda ocurrir. 

     Volviendo a la jornada del martes; también visitamos el mercadillo navideño en la Plaza Mayor, donde observamos todos los artículos, fijándonos ante todo en aquellos que más llamaban la atención de Lera: adquirimos alguno de ellos, pero lo mejor nos esperaba en un rincón de la plaza...el Tiovivo (Carrusel), uno de sus entretenimientos preferidos; donde como no podía ser de otro modo, eligió el caballito más grande: el de color rosa. La sorpresa fue encontrar un globo de Masha y el Oso justo en la caseta frente a esta atracción; y por supuesto, nos acompañó durante el resto de la tarde, en la que el cansancio y las emociones, iban haciendo mella en Lera. 
     A continuación, hicimos una parada en la famosa Chocolatería San Ginés, pero Lera había caído atrapada en un profundo sueño...y despertó cuando nos disponíamos a salir de allí; así es que, parada obligatoria nuevamente en nuestra próxima visita al centro! Fue una muy grata jornada en familia...pero esperamos poder repetirla en más ocasiones durante estas navidades. 

     
     

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