viernes, 5 de febrero de 2016

La vida no para...aunque existan muchas más obligaciones.

     Vuelta al gimnasio...y sé que es algo que puede parecer irrelevante; pero lo es porque marca una vuelta a determinados aspectos y  actividades más o menos habituales y que por el cúmulo de circunstancias, no habían podido reanudarse...aunque paso a paso, se consiguen realizar. Ya es momento de dar el paso y reanudar alguna actividad; ya que a pesar del gran cambio que experimentaron nuestras vidas, estas no paran...y son una nueva oportunidad para ir dándole a conocer y abriendo paso en ellas a nuestra pequeña. Es cierto que en el trayecto, tras dejar a Lera en el colegio, se acumulaban sensaciones y cierto nerviosismo por la vuelta: trece meses después, reanudaba el ejercicio físico, abandonado de un día para otro por la premura de aquella llamada que nos emplazaba a estar en Moscú una semana después (con todo los preparativos que conlleva). Aquel día, no dio tiempo ni de despedirse...y hoy, me asaltaban los recuerdos: aquellas mañanas en que permanecía conectado permanentemente al teléfono, por si sonaba aquel himno destinado a transmitir las buenas noticias (aunque nunca sonó; ya que con la tensión, lo cambié por otro tono que nos había acompañado, y sigue haciéndolo, durante todo el proceso de adopción: el tema "Home", de Phillip Phillips; y que a su vez, encanta a Lera)...y la tensión a la que estábamos expuestos y que tanto contraía nuestro cuerpo. La sensación al comenzar con el ejercicio y observar al mismo tiempo la piscina, era de relajación...toda la que faltaba en aquellos momentos en que parecía ahogarme en ella simplemente al mirarla. Además de servirme para liberar estrés, a buen seguro que también me permite conciliar el sueño con mucha más facilidad. 
     Con detalles como este, vamos comprendiendo que del mismo modo que Lera va encontrando su hueco y adquiriendo seguridad; nosotros vamos recuperando la confianza de tener la situación algo más controlada...o al menos, nos permitimos relajarnos volviendo a tareas tan beneficiosas como necesarias. 

     Esta imagen, refleja una realidad... Pero mucho más allá, existe otra no menos evidente: el maravilloso cambio que experimentamos en nuestra vida quienes nos convertimos en sus padres... Su llegada, convierte nuestro mundo en un hermoso jardín: lleno de preciosas Flores que regar cada día, aunque también pendientes de recortar las posibles espinas que pudieran surgir.

1 comentario:

  1. ¡Cuánto nos ha cambiado la vida a quienes hemos traído un pequeño a casa! Desde luego que yo no hago otra cosa que pensar en mi niña cuando no estoy con ella. Su vida ha cambiado muchísimo (y ella es consciente) y la nuestra muchísimo más. Todo el esfuerzo y los malos ratos durante el proceso de adopción, quedan olvidados cuando ya está El Niño en casa. Lo mismo ocurre a la mujer que trae a su hijo al mundo, en cuanto nace y ve su cara ya no se acuerda del dolor.

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