miércoles, 20 de julio de 2016

Nunca nos fuimos...y siempre lo tenemos presente.

     Ahora que todos pensamos o esperamos las tan ansiadas vacaciones, podemos expresar y mostrar, que nuestro pensamiento, está muy lejos de aquí...y nuestro mayor deseo, es poder volver cuanto antes, a un lugar que todos conocéis lo especial que es para nosotros: en un paraje del Lejano Oriente Ruso.
     Reconocemos y recordamos perfectamente el olor, aroma y sensaciones que nos evocaba cada rincón, cada lugar... El maravilloso y perfecto recuerdo de cada momento, nos permite estar allí presentes a cada instante y no quererlo abandonar nunca.
     Cada alimento y cada café, llegaban rodeados de unas circunstancias muy especiales y envueltos en un aire de melancolía, que nos recuerdan VLADIVOSTOK a cada instante. Parecemos saborear cada recoveco, con tan solo recordarlo o visualizarlo en nuestra memoria; cosa que hacemos con perfecta nitidez, por el continuo shock de unos momentos que marcaron nuestra vida para siempre, de forma totalmente positiva (a pesar de no todo parecer tan Bello, realmente viendo pasar el tiempo, para nosotros lo fue; sintiendo como experiencia positiva y aprendizaje lo que quizás no lo parezca).
     Recuerdo el sabor de cada taza de café (cómo no, de aquella con la cara sonriente dibujada, dedicada por nuestro simpático y recordado camarero); de cada bocado en cualquiera que fuera el lugar, añorando esos sabores tan típicos a la vez que peculiares, como el kvas, el chocolate con sal o con algas, o la tan conocida sopa de remolacha (Borscht)...así como cada sorbo de agua en el Pacífico. Pero de igual modo, recuerdo cada rostro, cada gesto...aunque también cada recoveco. Cada lugar, tiene y me evoca un aroma peculiar y especial; entrañable, único e incomparable...sirve de sustento al alma seguir reviviendo aquellos momentos maravillosos; haciéndolos eternos a pesar de haberlos vivido bajo la presión con que lo hicimos.
     Debe ser la Pasión con que vivimos cada viaje y cada instante, que me parece poder reconocer a cada persona con quien cruzamos una mirada o unas palabras. Podría recordar cada paseo, cada almuerzo o cada parada realizada cada día, a pesar del ritmo frenético con que lo vivimos y sentimos.
     A veces, parezco soñar despierto con recorrer de nuevo cada enclave: y aunque parezca una locura, creo verme en condiciones de hacerlo con los ojos vendados...porque además de haber tenido la mayor motivación para conocerlo, éramos guiados por el corazón; ese mismo que nos permite guiar cada paso en nuestra vida y tratar de darlo en la dirección correcta. 
     Los Ángeles viven allá donde cada uno haya creído verlos...y aunque nosotros los tenemos repartidos por diversos lugares (somos muy afortunados de tener y conocer tantos...), siempre los sentimos muy cerca. Y podemos afirmar, que algunos de esos ángeles, siguen por aquellos parajes del Lejano Oriente; aunque habiéndolos conocido y convivido con ellos, aún tenemos dudas de que pudieran ser reales.
     Recordamos de igual modo, la sensación de respirar un aire helado durante las Navidades; y cada gota de sudor que impregnaba nuestra ropa en aquellos húmedos y calurosos viajes en verano. Parecemos revivir aquellos paseos por las calles totalmente heladas de Vladivostok o incluso por la bahía congelada, por donde los pescadores circulaban a grandes velocidades con sus vehículos o hacían sus agujeros para practicar un deporte muy característico por aquellos lares... También, mirándonos al espejo, podemos recordar con total nitidez aquellas pestañas tiesas y congeladas por el frío, que tanto hacían reflejar la luz en nuestros ojos; al tiempo que la emoción y la alegría iluminaban nuestras pupilas...
     
     También podría parecer extraño a quienes hayan visto o sentido el desgaste que produce un proceso de adopción (y conocemos muchos casos que nos podrían dar motivos para dudar incluso a nosotros), el deseo existente para que se den de nuevo las circunstancias que permitan retomar el camino; pero al menos nosotros, nunca cerraremos esa puerta, sabiendo que los sueños pueden tener final feliz... Quién sabe?: quizás algún día, volvamos a subirnos al tren del Amor y el Destino camino de VLADIVOSTOK. De momento, el regreso es seguro: sólo falta saber cuando.
     Hoy mismo, encontraba de manera casual una imagen (por lo visto, hay más), de nuestro genial y famoso dibujante de cómics, Ibáñez (creador entre otros, de nuestros tan queridos Mortadelo y Filemon), en la que aparece una viñeta que hace referencia a este lugar que con tanto cariño llevamos en el corazón... Una agradable sorpresa: gracias, maestro!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos aquí tu comentario, que será publicado con todo nuestro agradecimiento. Esperamos ser de ayuda.